Tras un lunes de pánico y terror siguiendo la pista de los poltergeist en la viejas criptas de la antigua ciudad y un martes de tensión, acompañado de algunas caídas y magulladuras al dar con los huesos sobre la pista de hielo; hoy decidimos que ya era hora de tomarse un descanso y relajarnos: así que nos apuntamos a una sesión de “baño y masaje”. El baño estaba garantizado, pero el masaje había que intentar apañarse como uno pudiera.
Tras las clases y la comida, emprendimos camino hacia Leith Waterworld por segunda vez en estas tres semanas. Nos apetecía porque el sentir el calor del agua climatizada y en contraste con la temperatura exterior, la sensación de relajación parece aún mayor.
Unos buenos chapuzones, alguna que otra aguadilla (incluido a mi, que acabé probando de mi propia medicina), unos vaivenes en la piscina de olas, varias bajadas por los toboganes y con los flotadores y un ratito en el jacuzzi nos dejó a todos como nuevos. Estábamos en lo mejor (como dice Sabina) cuando la voz por megafonía anunció que los de la pulsera blanca debían abandonar la piscina pues habíamos agotado nuestro tiempo. A pesar de que intentamos esconder nuestras manos bajo el agua, no nos quedó más remedio que seguir las indicaciones y buscar el camino de las duchas y los vestuarios.
En quince minutos todos fuera (bueno, salvo Reyes y Ester que necesitaron 35 minutos para la toilette personal) y algunos se sacaron de pan y bandejita de “Chorizo El Pozo”, comprado recientemente en el super dando envidia a toda la concurrencia, que pronto buscó el lugar de procedencia de tales manjares para hacerse con unos similares.
Después de todo esto cada uno se fue a chabola a cenar y a las 20.00 nos volvimos a reunir para ir a la actividad nocturna: la disco. Allí nos volvimos a encontrar con los compañeros del cole de los demás países y disfrutaron un montón con los nuevos éxitos musicales y con algunos ya más trasnochados como la “Macarena” o el socorrido “Paquito el chocolatero” que bailaron todos desenfrenadamente, incluidos los extranjeros, pues todos las conocían. Agotados a las 21.45 se dio por terminada la sesión y, agobiados de calor, abandonamos el local con rumbo a nuestras madrigueras para descansar.
Me encanta vuestro blog. Disfruto cada mañana con mis compañeros de trabajo de vuestras andanzas y lo vivimos como si estubiéramos ahí. ¡¡Enhorabuena!!
ResponderEliminarGracias Álvaro, por cada foto, por cada comentario, por cada minuto de vuestro tiempo. Gracias por hacer de este viaje una experiencia inolvidable para Alejandro y para nosotros. Enhorabuena por todo el trabajo que haceis, el blog nos hace disfrutar cada noche de las venturas y desventuras de nuestro hijo y gracias a el podemos ver como crece su sonrisa.
ResponderEliminarGracias.