Hoy los chicos han descubierto el por qué del dicho de que “en Edimburgo puedes disfrutar de las cuatro estaciones en un solo día”. Amaneció con un día radiante de sol así que muchos se pusieron sus sandalias de moda, a eso de las 10.00 el frío hizo a cto de presencia y cierta lluvia. A media tarde cayó la tormenta del siglo con aparato eléctrico y truenos. Llovía de tal manera que era difícil oírse bajo la cubierta acristalada de la cafetería. Y ahora, que son las 21.30, hace una noche primaveral: temperatura agradable y cielo nublado. En fin, que las de las sandalias lo pasaron un poco mal en ciertos momentos.
Vamos a lo nuestro: alas 09,30 estaban todos ante el National Gallery como clavos. Algunos incluso habían tenido tiempo de visitar el Starbucks y probar sus famosos frapuccinos. Nuestro monitor, Jammie, llegó a la hora indicada y lo primero que hizo fue enseñarnos una famosa maqueta de la parte antigua de la ciudad (Old Town) y nos mostró el recorrido que íbamos a hacer: desde lo alto del castillo hasta el fondo donde se encuentra el Holyroodhouse (palacio de la reina, que precisamente estaba de visita en la ciudad).
Tras esa breve parada emprendimos la escalada hasta el castillo subiendo los 87 escalones que Jammie les mandó contar. Una vez arriba les contó historias sobre los edificios y la famosa Peste que asoló el Reino Unido en 1666, sobre los pasadizos subterráneos y los cementerios enterrados bajo los cimientos de muchas de las casas.
Continuamos bajando la Royal Mile (la Milla Real) hasta St. Gyle Cathedral, donde entramos a visitar la famosa catedral y en la plaza que se encuentra frente a ella tuvimos que buscar un corazón. Tras un rato a la caza del tesoro y algunas pistas, uno de los nuestros, Alberte, dio con él y descubrimos que estaba sobre un antiguo hospital inglés y es tradición que los escoceses escupan sobre él para mostrar el cariño que le tienen a sus vecinos del sur.
Seguimos nuestra ruta, no sin antes tocar el dedo gordo de la estatua de cobre de Hume, el famoso filósofo, tradición que hay que seguir si uno quiere que le acompañe la suerte y sus deseos se hagan realidad. La verdad es que ninguno dejó de “tocarle los pies” a la manoseada figura de bronce, que mostraba un color verdoso en todas partes excepto por lo dorado y desgastado del famoso dedo.
Un ratito para comprar unos recuerdos. Algunos padres y hermanos ya tenéis asignado vuestro regalito y ellos se dieron el capricho de unos gorritos muy originales. Y a continuar, para llegar por fin al famoso palacio, el cual tiene en frente el Parlamento Escocés, diseñado por Enri Marcell, arquitecto catalán, y que despierta el desagrado de muchos ciudadanos por su aspecto tan vanguardista frente a edificios tan tradicionales y emblemáticos.
Fin de la visita y de vuelta al cole, no sin antes parar en una famosa tienda de fudget (toffees) y, los más golosos picaron y compraron una prueba pues ya apretaba el hambre. Una vez en el colegio todos a clase y a resguardarse del aguacero que estaba a punto de caer, mientras Alba y yo esperábamos pacientemente a que los técnicos consiguieran que nuestro portátil tuviera acceso a la Wifi, cosa que al parecer lograron, aunque ayer sucedió lo mismo y hoy ya no funcionaba.
Mañana nos toca madrugar en condiciones, más que un día normal. Tenemos que estar en el centro a las 07.45 y en el cole a las 08.30 para coger el bus que nos lleve a Glasgow a pasar el día. Algunas ya tienen la Visa preparada para el rato que tengan libre por la zona comercial de la ciudad, aunque no son conscientes de las dificultades que tiene entender a una persona de Glasgow en inglés. Es como si un británico se traslada a Cádiz y quiere entender las letras de las chirigotas del carnaval.
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