21/07 Rosselyn Chapel

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Estamos en tierra de tradiciones y leyendas, misterios y enigmas que se mantienen ya sea por carácter, superstición o interés económico. Dan Brown fue uno de los autores que favoreció el último de los intereses previamente mencionados. En su archiconocido best-seller, posteriormente convertido en película, “El código Da Vinci”, el protagonista recorre la capilla y su correspondiente cripta en busca del santo grial o cáliz sagrado que se supone yace enterrado bajo el subsuelo de Rosslyn Chapel. Y es aquí donde se resuelve el enigma de esta apasionante historia.

Este lugar, que originalmente fue proyectado para ser una gran iglesia, pero que al final se quedó sólo en capilla, fue cimentada allá por 1446, época en la que este tipo de recintos eran erigidos para hacer las veces de campo santo de las aristócratas familias del momento. Los cimientos tienen una extensión mucho mayor de lo que es hoy el templo, pues originalmente pretendía ser una iglesia de base en cruz, pero ante la escasez de dinero y tras la muerte de Sir William St Clair, promotor y propietario, su segundo hijo la remató utilizando sólo el ábside y abandonando el resto, tras enterrar los cimientos. El proceso de construcción llevó unos cuarenta años. Lo más impresionante de este recinto son sus acabados y relieves, así como sus cristaleras y cripta. Así que no podíamos perdernos esta visita.

Comenzamos, tras llegar al lugar, haciendo un recorrido por una ruta de senderismo que lleva desde la capilla hasta las ruinas del castillo de Rosslyn. En este pueblo 3000 soldados/guerreros escoceses se enfrentaron a 10.000 ingleses para defender su tierra de la invasión comandados por William Wallace y vencieron, capturando y posteriormente ejecutando a todos los prisioneros, de lo cual no están muy orgullosos por esta tierra. Ya os he comentado que los escoceses no son del club de fans de los ingleses, sino más bien todo lo contrario. La ruta nos llevó unos 40 minutos y transcurría por un sendero embarrado que bajaba en pendiente pronunciada hasta el río y luego lo remontaba un buen trecho hasta comenzar a subir de nuevo, terminando en una preciosa explanada de hierba rodeada de árboles donde aprovechamos para descansar. Pasó todo sin incidentes hasta que María resbaló y sus tenis blancos cambiaron de color de inmediato, aunque eso fue lo más grave y una lavadora lo soluciona enseguida.

A las 16.00 horas franqueamos la entrada de la capilla y nos dispusimos a escuchar a una inglesa (entiéndase escocesa) que nos dio todo tipo de explicaciones respecto a la capilla, su historia, su arte y sus leyendas durante una media hora. Estábamos muy advertidos de mantener absoluto silencio o si no nos pedirían que abandonáramos el lugar. Ya sea por el interés mostrado por muchos, por el cansancio de otros o por la somnolencia de los demás, el caso es que se comportaron fabulosamente y me transmitieron la felicitación de las guía nuestras monitoras, lo cual siempre nos agrada (y a vosotros también). Lo cierto es que al final todos los “naranjitos” (monitores) quieren venir con los de Sheffield porque saben que les participan en todo, siempre les están puntuales y se les portan genial: no sabemos si es por naturaleza o porque van muy avisados, pero sea cual sea el motivo, lo cierto es que funciona.

No nos podemos olvidar que hoy Alberte celebró su 16 cumpleaños y le preparamos una par de tartas (una nuestra y otra que les sacamos, por error, a los franceses), unas velitas, su postal gigante, una insignia que le clavamos en el pecho de felicidades y, por supuesto, su regalito correspondiente: una sudadera para vestir o llevar a sus partidos de baloncesto con su COB del alma. El hombre lleva dos años celebrando su cumple por el mundo, el pasado en la soleada Florida, y este en la fresquita Escocia. Esperamos que le quede un buen recuerdo de todo esto. ¡¡¡Muchas felicidades, Alberte!!

Hoy no tenemos actividad nocturna, así que podemos descansar un poco y prepararnos para el fin de semana que se avecina.

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