Hoy amanecimos casi esperando los taxis que nos llevarían al bus con destino Londres, no Bath como originalmente habíamos supuesto. Recuperamos un poco del sueño perdido en las dos horas que duró el trayecto hasta la capital inglesa.
Una vez allí emprendimos un recorrido por las calles dirección Downing Street (residencia de David Cameron), luego Trafalgar Square y su National Gallery. Todas las rutas habituales de paseo están cortadas por los preparativos del tema olímpico, así para un recorrido de unos 200 metros hay que dar un rodeo de quince minutos para llegar a Buckinham Palace (uno de los múltiples domicilios reales), donde unos Bobies (policías ingleses) se atrevieron a ponerse en una foto con una banda de “delincuentes” que les tomaron al asalto. Regresamos atrás y nos encaminamos por Picadilly Street hasta Picadilly Circus, donde se encuentra el famoso Eros y la plaza con los luminosos más famosos de Londres.
Con paradas muy cortas para una foto y poco más continuamos nuestro recorrido abriendo y cerrando los paraguas según nos lo fuese permitiendo la climatología y, en esas estábamos, cuando llegamos al West End y pasamos antes los carteles y teatros de los famosos musicales: Mamma Mía, Les Miserables; Billy Elliot; The Lion King; We will Rock You, etc.
Unos atentos a todo lo que les rodeaba y otros más ensimismados en sus conversaciones, llegamos al famoso Covent Garden. Allí nos dieron casi tres horas para recorrer el lugar, o volver atrás y ver las cosas con más calma, o, lo que hicieron muchos, deshacerse de su “poco-apetitoso” packed lunch y buscar unas pizzas, un McDonalds o lo que más les demandase el cuerpo, pero especialmente algo calentito.
Alrededor de Covent Garden se encontraban un millón de tiendas de las marcas más conocidas: GAP, Disney Store, Dr. Martens… y otro montón que todavía no conocíamos. Pero lo más curioso eran las maqueta de cabinas de teléfono a tamaño real, que rodeaban el mercado del interior, cada una patrocinada por una tienda o decorada por ciertos artistas. Las había para todos los gustos: la de Accesorize, llena de flores rosas y con una corona; otra con retratos especialmente realistas; una totalmente dorada, ¡e incluso una acolchada, coma para darse de cabezazos por las tarifas telefónicas! Había donde elegir, vaya.
Algunos no se quisieron conformar con las tiendas de los alrededores y se pegaron una pateada de media horita para llegar a la famosa tienda de Abercrombie, dispuestos a sacarle brillo a la tarjeta de crédito y todo lo que hubiese por delante. Y otros se tiraron de los pelos al descubrir que las botas Dr. Martens que se habían comprado esta semana, en Londres valían 10 o 20 libras menos.
Después de un rato de compras, de las que todos volvieron cual Pretty Women (y “men”, por supuesto) cargados con bolsas (hay que añadir que en algunas iban souvenirs y regalitos para los de casa, no desesperéis), echamos a andar de vuelta al autocar, que nos esperaba cerca del Big Ben. Sin embargo, como llegamos un pelín tarde debido a que algunos retrasos (que aportaron su parte correspondiente “pa la saca”), nos tuvimos que conformar con observar la célebre torre del reloj y las casas del Parlamento desde el autobús.
Así, unos durmiendo, otros con música y otros charlando, se pasó el viaje y cuando llegamos a Bournemouth ya casi nos estaban esperando los taxis para llevarnos a casa. Ahora toca descansar para el viaje de mañana.
¿No será que los del colegio ese son enemigos de los españoles por lo del futbol?, ¿No será por Gibraltar?, ¿No será por que Alonso le ganó a Hamilton?. A lo mejor se empeñan en mandar a Sheffield al cuerno y os estan abduciendo con la comida. Vigilad vuestras espaldas, que se vea quien manda en esa pandilla de futbolistas de la sub-15. Ánimo chicos. Ellos son isleños y vosotros de interior. Meigas fora. Besitos
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