La "saca" va engordando paulatinamente y sin descanso. Creo que este año nos olvidamos del Pizza Hut y terminamos cenando en alguno con estrella Michelín. ¡¡Ya empezamos a tener billetes!! Entre palabras malsonantes y retrasos cada uno contribuye según su especialidad.
Al pie de la colina, comienza una ruta con una pronunciada pendiente de unos 800 metros de longitud. Nuevamente, al igual que en Arthur's Seat, emprendimos la ruta todos ufanos aunque las fuerzas fueron flaqueando paulatinamente. Al llegar a la cima se veía toda la llanura que atraviesa el río Forth con el castillo de Stirling, zona inglesa entonces, y el monumento erigido en honor al guerrero quinientos años después de su muerte en la colina desde la que dirigió la batalla.
Allí nos dieron la tarea para investigar y en pequeños grupos comenzamos a subir por la estrecha escalera de caracol. Una vez en lo alto de la torre...
Ya veis cuantas tonterías hacemos.
Una vez recuperados entre risas y bromas disfrutamos del paisaje y del viento que azota la torre. A alguno se le escurría un moquillo casi imperceptible debido a la brisa. Recorrimos los tres pisos estudiando la historia del lugar y revisando en profundidad la réplica de la espada de Wallace. Tras una hora arriba, deshicimos el camino por el sendero, en esta ocasión con más facilidad y emprendimos viaje a Callender, pequeña ciudad al pie de las Highlands, donde aprovechamos para comer o comprar algo que saciara el hambre.
De nuevo en el bus, pasamos por el castillo de la película "Outlander" antes de alcanzar Loch (lago) Katrine. Allí la cola en los baños femeninos parecía la entrada a un concierto de Lady Gaga, así que alguna tomó la decisión de "hacerlo de campo" tras unas casetas porque no se querían perder el paseo a lo largo del lago. Y así lo hicimos, disfrutando del paisaje que rodea a este lago que suministra el agua a la ciudad de Glasgow (un millón de habitantes). Está claro que las cabras tiran al monte o será que somos de provincias pero estamos disfrutando al máximo de todas estas visitas.
Para culminar el viaje paramos en un paraje donde se podían acariciar las vacas típicas escocesas, que más bien parecen grandes ovejas con cuernos y pudimos darles de comer patatas, zanahorias y otras verduras, siempre paso por caja.
A la llegada al cole, recolocamos a los que les tocaba hoy y a descansar. Las dos próximas semanas tendremos las clases por la mañana para así disponer de la tarde para actividades.
Mañana lunes y martes quedan bajo la solvente custodia de Adrián mientras yo hago una visita relámpago, si todo sigue los cauces correctos, a Barcelona.
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