Teníamos todo muy bien programado porque nuestro bote salía a las 12.00 por lo tanto debíamos coger el bus 237 de las 10.18. Todo se truncó cuando Dani nos dice que su primer bus no sale hasta las 09.35 y Ana y Fatima se despistaron con los horarios y llegaron 45 minutos tarde. ¡¡¡Estas chicas ya nos pagan una pizza king-size ellas solas con lo que llevan aportado!!
En definitiva, a las 11.00 salimos hacia Shoehorse Bay donde nos esperaba Ronny con sus supertrajes salvavidas. Parecíamos los ghostbusters, pero de rojo. Esto evitaba que nos mojáramos y al mismo tiempo nos protegían en caso de accidente. Tras firmar las autorizaciones, Ronny, el piloto, nos dio una serie de instrucciones rápidas y salimos, pues ya íbamos con cierto retraso.
El barco, con dos motores que sumaban 450 cv, salió lentamente del puerto pero solo fue la salida. A partir de ahí aceleró haciendo cabriolas y giros bruscos provocando los gritos de entusiasmo de los pasajeros, mientras nos sujetábamos con fuerza a las barras. Desde el punto de partida, teníamos noventa minutos por delante para ver las focas, los cormoranes y otros tipos de aves, como las águilas de cuello blanco, la del escudo de USA, y todas esas casas del Discovery Max de dos millones de dolares y subiendo. Y vimos todo eso, junto con los espectaculares de paisajes de las montañas de Whistler que hace miles de años eran un inmenso glaciar.
Hacia el final de nuestra travesía nos encontramos una pandilla de adolescentes "picadores" que saltaban desde lo alto de un acantilado, a unos 4 ó 5 metros de altura. No sé que me daba más miedo si el salto o el imaginarme lo fría que podía estar el agua. Pero al grito de "jump, jump, jump" se fueron animando y todos y todas fueron al agua. La subida el punto de origen eran también complicada.
Para finalizar, Ronny dos entretuvo otros 10 minutos finales con sus cabriolas y salpicándonos mientras giraba en círculos a toda máquina o saltaba sobre la estela de los barcos que entraban y salían del puerto. Le dimos un caluroso aplauso por su trabajo y sus explicaciones al entrar en puerto.
Al llegar al muelle, nos sacamos aquellas escafandras y decidimos irnos a la playa de Kitsilano un rato donde esperaban una buena parte de los compañeros del cole. Este tiempo "unpredictable", como dicen ellos, nos está respetando últimamente y hemos tenido un día precioso. Mañana creo que vuelve a cambiar. Ya veremos, como es tan unpredictable...
La única pena que nos ha quedado hoy fue no poder haber visto una ballena de las que esporádicamente se ven entre las islas.
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