Hoy, tras las clases ha comenzado nuestro campeonato de futbolín y las parejas formadas por Alejandra y Jacobo, Ana E. y Dani y, finalmente, Antía y Álvaro, pasaron a la siguiente ronda, que se disputará mañana en un todos contra todos sin compasión por el adversario. Antía se ha erigido en una malabarista de la pelota, Dani emula a Ronaldo aunque a veces recurra a hacer remolinos, lo cual no es muy ortodoxo, Jacobo es el Higuita de la competición haciendo el “escorpión” y Alejandra… bueno Alejandra hizo lo que pudo; como dijo “éramos dos parejas pésimas y ganó la menos mala”.
Al finalizar nos desplazamos en manada los veinte y tantos daño un paseo hasta Chinatown. Debemos recordar que la población oriental en Canadá. Pero especialmente en Vancouver, es muy superior a la existente en el resto del mundo. La primera parada fue a los jardines de Dr. Sun Yat Sen, los más grandes construidos de este estilo fuera de China, según nuestra guía, y aprendimos que los animales que traen suerte en China son los murciélagos y así aparecen representados por todos los rincones del parque, así descubrimos que su sentido es armonizar hombre y naturaleza, el significado del Yin y el Yan, y cual es cada uno; incluso nos hicieron frotar un usgo del jardín que nos dejaba los dedos con olor a hierbabuena. Al finalizar la visita nos obsequiaron con un vasito de té chino, que todos agradecimos a pesar de estar amargo y sin azúcar.
Al salir de los jardines hicimos la ruta por todo el barrio chino, en este caso con su significado literal, y pudimos ver sus supermercados abiertos a la calle repletos de todo tipo de especies, raíces raras, frutas naturales o secas, e incluso viveros con todo tipo de peces y mariscos para freir fresquitos al llegar a casa y por supuesto los patos laqueados en todos los escaparates. Lo que no encontramos fue casi ninguna tienda china de baratijas. Paseando y paseando llegamos al arco que marca el principio de la ciudad china (o el final según de donde vengas) y regresamos por otra ruta hasta alcanzar el cole.
A partir de aquí ya me quedé solo con la tropa, así que, como lo prometido
es deuda, no me quedó otra que aceptar llevarlos, bueno para ser honesto, “llevarlas” a Victoria Secret y luego a Mac a por unos maquillajes y, finalmente, a Vans, esta vez para todos. A eso de las 17.30 nos dispersamos pues algunas querían buscar algo de comer, otras iban a ver si su móvil estaba reparado, otras querían ver otras tiendas… en fin.
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