La tarde comenzó todo lo tranquila que se esperaba bajo el sofocante calor de Ourense. Embarcamos en nuestro vagón 8 y cada uno se dedicó a sus distracciones: las cartas, los libros, las gominolas, la charla o las risitas mientras se iban conociendo poco a poco. A las 23:00 nos recibió Chamartin y allí estaba Alfonso, el representante de Sheffield, con nuestras tarjetas de embarque para el aeropuerto y evitar así el posible y tan temido overbooking. De nuevo al tren cercanías hasta la T4 y de allí a n bus a la T2. ¡Nos movemos ágiles al ser la tropa de caballería ligera!
Ya en la T2, mientras esperamos a que el mostrador de KLM abra, nos entretenemos jugando "al mentiroso" después de dejar que nos sangren 3€ por un agua o 6€ por un bocadillo ruin. La risa comenzó cuando Quique puso a disposición pública el contenido de su mochila: jamoncito rico rico, chuches variadas, Nerds, la pastillas esas de sabores extraños de Harry Potter, galletas... Y los más curioso, fue el primero en preguntar que cuando se podía ir a cenar.
El hecho de tener las tarjetas de embarque, nos facilitó la facturación porque pasamos los primeros. Tras un rato más de espera, embarcamos y ocupamos nuestros asientos todos juntos. Las mesas plegables en esta ocasión tenían una finalidad bastante diferente de la habitual: todos apoyaron la cabeza y aprovecharon para dormir las dos horas que duró el vuelo, solo interrumpido por un rico desayuno que todos agradecimos.
Al aterrizar en Amsterdam surgió el primer problema. Dani se dejara en el avión su móvil, así que nos vimos obligados a caminar hasta el mostrador de KLM y solicitarles que revisaran el avión y comprobaran que estaba allí. Felizmente, unos cuarenta minutos más tarde una amable azafata de tierra nos trajo su adorado IPhone y el chico "más feliz que una perdiz". Un cafecito del Starbucks, un paseo por el duty-free, otro sueñecito en las tumbonas arrullados por el trino "enlatado" de los pájaros y a embarcar de nuevo... Oh, no!! Ana R. no encuentra su pasaporte, "lo tenía apoyado en la butaca", entramos en pánico durante un minuto que fue lo que tardó Antía en revisar su mochila y descubrir que tenía dos pasaportes. ¡¡Bufff, qué alivio!!
Embarcamos en un avión increíble: snacks para empezar, monitores individuales para cada butaca con juegos, decenas de películas, series, monitores con mapas cartográficos por donde pasábamos... Nos acomodamos en intentamos dormir un poco mientras el sonido de fondo de la película nos arrullaba. Y así transcurrieron las 9 horas de vuelo sin mayor sobresalto con el que Quique me despertó para decirme que non encontraba tampoco su pasaporte. Alguien se había sentado en él por error. En fin, recuperamos la tranquilidad y pasamos la famosa aduana de Vancouver tranquilamente y en el hall nos esperaban las familias para llevarnos a casa. Y aquí estamos, acomodados y deseando adoptar una posición horizontal por unas horas.
El día de hoy podíamos haberlo titulado "La Búsqueda": busca puerta de embarque, busca baños, busca pasaportes perdidos, busca burguer, busca móvil, busca wifi (aquí la experta es Fátia), busca familias a la llegada... menos mal que todo lo fuimos encontrando sin mayores contratiempos.
¡¡A ver a cuantos me encuentro mañana a las 08.30 en el cole!!
Buenas noches
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