martes, 24 de julio de 2018

24 IRISH NATIONAL HERITAGE PARK



En cuanto llegó David, nuestro activity leader de la escuela para el día de hoy, (quien por cierto, rompe las normas habituales, ya que tenía los 60 bien cumplidos, cuando normalmente no suelen tener más de 20) montamos en nuestra particular nave del tiempo durante casi dos horas y nos trasladamos a los albores de la historia de Irlanda en el INHP (Irish National Heritage Park, abreviado de aquí en adelante).
Allí nos esperaba Alan, quien tomaría el mando de la expedición y nos llevaría de poblado en poblado, es decir, de era en era, explicándonos todos los pormenores de cada una.

Cada una de estas etapas de la historia estaba representada por distintas reproducciones en tamaño real de viviendas, fuertes, dólmenes, etc. 
La primera tarea fue ver un vídeo que nos introduciría en lo que iba a ser la visita que teníamos programada. En él conocimos algunos de los lugares arqueológicos más importantes del país, que todavía se conservan, como Newgrange o Hill of Tara. 
A la salida, emprendimos la ruta a lo largo de este parque de 14 hectáreas siguiendo el orden cronológico en el que fueron sucediendo los acontecimientos más relevantes de la historia del país: desde la época prehistórica hasta las invasiones vikingas, pasando por la cristianización y la época de St. Patrick. Todo ello adornado con la gracia tan particular de nuestro guía, que nos hizo pasar un buen rato a todos con sus bromas y chascarrillos, al tiempo que nos ilustraba sobre el lugar. Por cierto, acabó regalando a Cristina una moneda vikinga por hacer una buena pregunta sobre esta raza, aunque otros también le lanzaron cuestiones, como Eva, pero no recibió tal regalo.

La visita terminaba sentándonos todos en un gran barco vikingo, pero cuando nos acercábamos al mismo, Kike tropezó y dio con sus huesos en el suelo, así que lo tenemos un poco rasguñado y dolorido (pero sano y salvo). 
Una vez acabada nuestra visita de dos horas, regresamos de nuevo a nuestro autobús y emprendimos el camino a casa. Muy amablemente, el conductor nos dejó a todos lo más cerca posible de nuestras casas y no fue necesario volver de nuevo al colegio, ahorrándonos así media hora de nuestra tarde para llegar a cenar lo antes posible e poder descansar, pues tanto a la ida como al regreso el sueño venció a la mayoría.

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