Por fin ya estamos en casa, y son para nosotros las 04.30 de
la mañana. Tras llegar a Oporto una facturación rápida, nos acomodaron a todos
juntitos en el avión y a dar cuenta de los bocadillos caseros que habíamos
traído en las mochilas...
El vuelo fue largo, pero tranquilo. Ellos relajados y
charlando, la mayoría, mientras que a algunos les venció el sueño y se
rindieron. Menos mal que el avión no estaba lleno y eso nos permitió cambiar de
asientos y estirarnos un poco mejor. Por cierto, otros aprovechamos las
tecnologías y nos tragamos tres películas para hacer más llevadero el trayecto.
Cuando ya empezábamos a desperezarnos del letargo, el piloto avisó que
iniciábamos el descenso y veinte minutos más tarde aterrizó. Lo malo vino
cuando no nos dejaron desembarcar durante unos treinta minutos, pero aún no
sabemos por qué.
Luego el trámite de las exigentes aduanas canadienses... que
si traíamos frutas, que si habíamos estado en Africa antes de volar aquí, que
si habíamos tenido contactos con alguien con ébola, que quien era el profesor y
si me conocían, que si sus padres sabían que estaban en Canadá con un “tipo”
como yo... en fin, que cuando salimos las maletas ya estaban descargadas de la
cinta de equipajes y esperándonos.
Salimos y entregamos nuestro documento de entrada en el país
y nos encontramos con un programa de TV en el que la gente se despedía y
recibía amigos en la terminal. A algunos de los nuestros les preguntaron que
que tal y saldrán en el programa próximamente.
Adam, el enlace de la escuela, nos distribuyó en diferentes
taxis y nos trasladamos a nuestras casas, en las que cenamos algo y nos iremos
a dormir en breve.
¡¡A ver cuántos llegan puntuales mañana a las 09.00!!
Seremos permisivos, pero iremos cargando el móvil para posibles llamadas.
No te queda nada. Me alegra que llegarais bien. A disfrutar!!!!
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