miércoles, 8 de julio de 2015

07 CN TOWER


Ya le vamos cogiendo el truco al tema del transporte y ayer todos llegaron con mayor o menor acierto a casa, así que esta mañana todos estaban a la hora, excepto por la única que vive a una distancia próxima que viene andando.


Hoy hemos tenido nuestro primer contacto con nuestra clase y nuestros compañeros. Lo cierto es que los profes me felicitaron ayer por el buen nivel demostrado, sobre todo a nivel gramatical; no tardé en advertirles que lo que más nos interesa es que mejoren su nivel oral, que es el handicap mayor que tienen los alumnos españoles. Son profesionales de “rellenar huecos” pero hasta el preguntar la hora les supone un calvario. O sea que cada vez que salimos siempre le toca a alguien preguntar a alguna persona por un precio, una dirección o cualquier otra cosa que necesite el grupo.


Por cierto, ayer me olvidé comentar que finalmente iremos a Nueva York, no uno ni dos días, sino tres días y medio. Nos acompañará un monitor y pasaremos el segundo fin de semana remontando Manhattan desde la Estatua de la Libertad hast Central Park. Será agotador pero inolvidable. Esto lo comentamos ayer y hemos tenido que poner 75$ más para sufragar la excursión, pero creo que merecerá la pena.

Tras la comida no fuimos a la CN Tower, esa famosa torre que destaca sobre el perfil de la ciudad y que está entre la Siete Maravillas de la Ingeniería Moderna. Brian no suministró las entradas y ya nos las apañamos solos para disfrutar de las vistas desde los 338 m. de altura donde se encuentra el mirador. Allí nos tiramos al suelo de cristal mientras sentíamos ese hormigueo que provoca el vértigo de sentirse pisando en el vacío; aunque no me quiero imaginar la sensación que sentirán los que se permiten pagar los 195$ que cuesta pasear por el aro exterior enganchado con arneses mientras te inclinas sobre el precipicio. Nosotros tras salimos al paseo exterior mientras sentíamos la fuerza del viento que sopla a esa altura. Tanta fuerza tenía que a Isabel tuvimos que lastrarla con piedras para que no saliera volando, incluso nosotros perdimos parte del voluminoso flequillo con el que llegamos a Canadá. Mucho selfie, mucha risa, unas vistas impresionantes aunque un poco deslucidas por la niebla y, tras una horita, de vuelta para abajo en un ascensor que alcanzó el suelo en menos de 1 minuto. ¡¡Hasta se nos taponaban los oídos!!

Lástima, pero al pisar tierra firme llovía a cántaros así que hicimos un poco de tiempo y a eso de las 17.30 emprendimos el regreso a casa desde lo más al sur que se puede llegar hasta la zona norte. 

Mañana será un día largo pues tendremos fiesta, pero no una fiesta cualquiera, sino en un barco con música disco mientras navegamos por el lago. ¡¡Un desmadre, vamos!! Llegaremos a casa más tarde de lo habitual.


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