¡¡Hoy ha sido el peor día de todos!!! ... sólo para Rebeca y Sofia porque su retraso les supuso una aportación sustanciosa a la "saca" al retrasarse dos veces: a primera hora y luego en Niagara-on-the-Lake. Cuando por fin llegaron bajamos en metro hasta Eglington y cogimos uno de los seis buses que esperaban alumnos para llevarnos a a las famosas cataratas.
Hora y media más tarde, Meagan nos dijo que haríamos una parada en unas bodegas. Saúl quería probar los vinitos pero a pesar de sus 18 años no le fue posible pues aquí la ley solo lo permite a partir de los 19. ¡¡Y él deseando chulearse de sus 18!! Niagara, por increíble que pueda parecer, en Canadá también hacen unos "buenos" caldos y esta es la zona de los mejores vinos canadienses, vamos… su Ribeira Sacra particular. Son famosos sus vinos dulces, al estilo de los oportos aunque muy lejos en calidad, desde nuestro punto de vista. Al menos, ya que no pudieron degustar los “zumos de uva”, aprovecharon los baños para “aliviarse” y las terrazas para comer su lunch y disfrutar del paisaje.
De nuevo en el bus, llegamos al entrañable pueblecito de Niagara-on-the-Lake; uno de esos lugares típicos del oeste americano con una calle central y a los lados casitas rodeadas de flores, restaurantes, tiendas, pastelerías, ... y carruajes de caballos que te dan un romántico paseo, pues es un lugar muy concurrido para bodas. Y como eje una torre del reloj dedicada a todos los soldados canadienses caídos en las distintas guerras. Data de 1922, antiquísima, según nuestra guía, para la historia del país y fue dedicada a diez soldados del pueblo que perdieron la vida la I Guerra Mundial.
Tras un helado y unos pasteles, algunos aprovecharon para terminar sus lunches, subimos a nuestro bus y fuimos rumbo a las cataratas. Allí nos dieron un breve recorrido por la zona antes de dejarnos bajar, y nos acercamos a ver los dos saltos de agua: el americano y el canadiense. No olvidemos que estas voluminosas cataratas forman la frontera natural entre estos dos países. Fotos y más fotos y muchos "Ohhhhh" de admiración y el manejo profesional del famoso palo de selfie. ¡¡¡Nunca he visto tantos por metro cuadrado entre los turistas!!
Al final no subimos al barco porque dijeron que no lo teníamos incluido, lo que supuso un disgusto momentáneo, aunque luego descubrimos que Niagara es el Las Vegas canadiense; de esta forma tuvimos más tiempo para visitar las calles plagadas de espectaculares carteles, museos de cera, casinos, Hard Rock cafes, casas del terror... Aunque antes nos vimos obligados a hacer una parada a la sombra para recuperar pulsaciones pues el calor nos estaba destruyendo; hoy ha sido el día más caluroso de lo que llevan de verano en Toronto: 31º. ¡¡Ya sabemos que en Ourense se os fríen las suelas de los zapatos al asfalto, pero eso no es habitual aquí!!
A las 17:30 nos dirigimos a unos famosos outlets a las afueras de Niagara, aunque sus precios no es que estén por los suelos precisamente; aún así aparecieron con bolsas, así que ¡¡familia, alguno ya tiene regalo!!! ¡¡Bien!!
Ha sido un buen día intenso, lleno de actividad, y ahora que hemos adoptado a Andrea, el chico italiano, ya tenemos un hombre más y somos 25 en el grupo. ¡¡Qué más da contar uno más si ellas están tan contentas!!
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