19-20.- London

 

Nuestros temores iniciales eran infundados: todos estaban en Lime St. Station a las 07:00, incluso antes que nosotros. ¡¡Es verdad, estaban presentes de cuerpo pero no de espíritu, pero estaban, que era lo acordado!! A las 07:30 nos montamos en el AVE inglés, que aquí es de la Virgin (sí, la misma de los aviones, los discos, etc) y en poco más de dos horas llegábamos a Euston Station. Recogimos nuestros pases del metro y despedimos a los monitores de la escuela y les dimos el día libre.

¡¡A caminar!! Lo primero coger el plano y ligeritos al British Museum, donde con un recorrido rápido vimos las momias (por cierto, a las 10.30 y tan lleno de gente que casi no se veían las vitrinas) y todas las piezas de la antigua Grecia que les esquilmaron del Partenón a los helenos, a los persas y demás pueblos de oriente medio, junto con la Piedra Roseta, esa que ayudó a entender los jeroglíficos del lenguaje egipcio.

Sin tiempo que perder, emprendimos camino al Museo de Historia Natural para ver el famoso esqueleto de dinosaurio que te recibe en el hall principal de este edificio utilizado en cientos de películas como palacio o residencia. ¡¡Todo nuestro gozo en un pozo!! No estábamos dispuestos a esperar una cola de 20 minutos para ver un esqueleto, situación que nunca antes había vivido en este museo. Pues nada, a buscar el metro, para algunos su primera experiencia en el suburbano.

Tras un corto trayecto, la escalera nos vomitó en Marble Arch, monumento que indica la  entrada a Hyde Park. Allí un breve explicación sobre el famoso arco y decidimos cruzar el parque desde Hyde Park Corner hasta el Wellington Arch viendo las ardillas y aliviando su hambre con chocolate, mientras nosotros hacíamos un “break” a mitad de camino para comer.

Al final del parque tomamos el metro hasta Westminster y allí nos dimos cuenta que Londrres es una ciudad turística: no había manera de encontrar un hueco en el puente para fotografiarse con el London Eye (la noria) sin que se metiera alguien de por medio o saliera la espalda o el cogote de algún desconocido. Disfrutamos de las Houses of Parliament, de la torre del Big Ben y de Westminster Abbey, conocida por ser el lugar de la boda de William y Kate o del entierro de Lady Di. En los jardines cercanos nos permitimos el lujo de darnos un descanso, pero buscando la sombra. ¡¡No recuerdo un Londres tan caluroso en mi vida!! Fotos, bromas y risas y a seguir ruta a pie.

Resulta que un buen hombre ya me había advertido en el metro que había una manifestación pro Palestina y anti-Israel en la zona, pero para nosotros fue una ventaja, pues se había cerrado la calle al tráfico y pudimos caminar desde el Big Ben hasta Trafalgar Square a nuestras anchas (bueno y a la de cientos de otros turistas),; nos paramos a ver el 10 de Downing Street y los caballos de la Guardia Real, con las fotos requeridas, y llegamos al monumento a Nelson, donde se chulean de haber derrotado a nuestra Armada Invencible. Pues bien, nosotros en venganza nos montamos en sus leones y nos refrescamos en su fuente. Los leones estaban tan calientes por el sol que solo Adrián, que está habituado al riesgo de los descensos en bici, se atrevió. Más risas, más fotos y más breves explicaciones y nos fuimos a ver a la reina, quien no nos recibió como siempre. Frente a Buckingham Palace disfrutamos del edificio y del día, pero antes nos paramos a ver un cambio de guardia que nos coincidió en St. James Palace. Y desde Buckingham nos encaminamos al metro y al hotel para registrarnos y descargar peso. Eran las 16.00 horas.

Tras instalarnos en nuestras habitaciones, retomamos la ruta hacia Covent Garden, con sus tiendas, sus espectáculos, sus bares (prohibidos para ellos), su Ópera House, etc. Y allí, entre el gentío, los saltamos de la correa y los dejamos libres para irse a disfrutar del entorno a su antojo y aprovechar para que cenaran.

Tras hora y media de libertad vigilada, nos reencontramos y, ya oscureciendo, nos dirigimos hacia Piccadilly Circus, famosa por sus luminosos al estilo de Times Square, donde nos relajamos viendo un grupo de bailarines mientras estábamos setandos bajo la estatua de Eros, que a alguno ya le había pinchado con su flecha durante la semana. Relajados y tranquilos nos fuimos ya de noche por Regent Street hasta Oxford Circus y camino al hotel.

“Solo hay dos normas para la noche: no se hace ruido y no se sale del hotel bajo ningún concepto”, le dije. Y cumplieron: no se quejó nadie del ruido y no salió nadie porque nada me dijo el de recepción. Sé que se durmió más bien poco, que unos amanecieron en habitaciones que eran las asignadas y que a la pobre Isabel, profundamente dormida, le hicieron creer que había un incendio y se levantó sonámbula en busca de la salida. A las 09,00 todos desayunando en el buffet del hotel, muy bien por cierto, y a las 10.00 en camino, muchos de ellos arrastrando los pies, hasta que apareció un coche tipo camioneta con seis ruedas, lo que les hizo espabilar para sacar la foto.

Hoy era día de caminar, así que cruzamos el río Támesis hasta St. Paul’s, donde pudimos entrar porque estaba a punto de comenzar la misa sino habría habido que pagar más de 10 libras por persona, cosa que no estábamos dispuestos a hacer. Tras una breve visita, parada en el Bank of England y en la City, donde se “parte el bacalao” económico del país, y continuamos camino hasta The Monument, columna erigida en conmemoración del incendio de Londres de 1666. Allí una breve explicación histórica del incendio y sus consecuencias y rápido hacia The Tower of London y el Tower Bridge, ese que conocéis como el puente levadizo. Aunque antes hicimos un alto en un super y contiguo Starbucks para comprar agua y cafés.

Desde la Torre decidimos que era hora de irnos hasta Camdem Market, el más famoso de la ciudad y su día grande es el domingo. Allí volvimos a soltarlos de la correa y se perdieron por los cientos de puestos y tiendas de todo tipo, especialmente de falsificaciones y camisetas, y aprovecharon para comer unos de mejicana, otros de KFC, otros de Burguer King, etc. Fijaos si es caro Londres que Sofía pidió lo mismo que en Liverpool dos o tres días antes, y lo que allí costó menos de 4 libras, en la capital británica superó las 6. He leído en algún sitio que el nivel económico o la renta per cápita de una ciudad se mide por el precio de la Cheese burguer del MacDonals, y debe ser cierto.

Ya no nos quedaba tiempo si queríamos coger el tren de las 15.05, así que a las 14.15 arrancamos para la estación como peregrinos y nos montamos en nuestro Virgin de nuevo. A las 15.20 salíamos de Lime Station, no sin antes recibir la felicitación de un pasajero que se había bajado con nosotros y alababa el buen comportamiento de los chicos durante el viaje. ¡¡Londres estuvo genial, pero esto fue la guinda del fin de semana!! Han estado fantástico y caminaron sin quejarse durante horas, siempre puntuales y obedientes. ¡¡Se merecen todo tipo de felicitaciones y así se lo hicimos saber!!

Por cierto, he calculado lo que han caminado estos dos días y supera los 16 Km, según Google Maps, o sea que cuando os digan que no les apetece pasear, les podéis creer.