Después de tanto “furbol, furbol, furbol”, hoy tocaba algo menos prosaico: ir a ver las dos catedrales de Liverpool. Así que al terminar las clases comimos nuestros ya buenos packed lunches y partimos hacia Chinatown (sí, también hay una en esta ciudad) donde disponen de un parque para poder sentarse o bailar (ellas) y jugar, como no, al fútbol (ellos). Nos lo pasamos tan bien que se nos fue la hora y cuando llegamos de vuelta al cole ya se habían ido todos con los monitores, así que nos aventuramos solos porque ya sabíamos donde estaban cada una de ellas.
Antes de nada paseamos calle arriba y llegamos a un lugar donde se encuentran representados en cemento las maletas, baúles, bolsos… es decir, equipaje en general que usaron los personajes más famosos nacidos Liverpool: Dickens, John Lennon, Paul Maccartney, etc y a pocos metros la Escuela de Artes donde estudiaron Lennon y George Harrison.
Desde allí nos encaminamos a la catedral antigua (del siglo XX, no nos vayamos a creer) que cuenta con una serie de records: los arcos góticos más altos y anchos (33 m.), las campanas más pesadas (31 toneladas), el órgano más grande del país (10.267 tubos), etc. A modo de curiosidad hay que decir que es la única catedral del mundo con una de esas famosas cabinas rojas en su interior y esto es debido a que Sir Giles Gilbert, quien ganó el concurso para hacer la catedral entre cientos de propuestas con sólo 21 años, es el mismo que diseñó la famosa cabina telefónica. De hecho, la torre central de la catedral tiene cierta semejanza con la cabina. Al entrar es un lugar impresionante, pero lo que realmente no impactó no fue el común olor a incienso de estos lugares, sino que olía a comida … y de la rica. Así que a medida que avanzábamos descubrimos que se habían retirado todos los bancos y la nave central, con dos alturas, estaba llena de mesas elegantemente decoradas con manteles y cubertería finas acompañados de candelabros dorados y al fondo un grupo musical ponía a punto su batería y el sonido. El grupo se llamaba “The bottled Beatles” (como no podía ser de otra forma)y tras ellos un bosque de luces robotizadas para darle más color al evento, el cual resultaba ser una ceremonia de entrega de premios al mérito de los soldados. Estos ingleses utilizan las catedrales para cualquier cosa, incluso para fiestuquis y nosotros como mucho para un concierto de cámara.
Ahí que salimos y nos apareció la monitora que nos había buscado por toda la ciudad, ¡y nosotros con lo felices que estábamos! y para complicarlo aún más venía acompañada de un rosario de hojas con cuestiones sobre las catedrales que los chicos debían responder, pero que amablemente recogimos para dejarlas en el “cajón del olvido”, por una vez.
De allí nos fuimos a la segunda catedral, terminada en el 2003, y que tiene la característica de ser redonda y al entrar se parece más a un casino o una “after hours” que a un templo, toda ella rodeada de luces azules que parece más propia para escuchar bacalao, chunda-chunda o hip-hop que para entonar el famoso “el Señor hizo en mi maravillas”. Con esto que despedimos a nuestra monitora y nos dimos una vuelta alrededor, ya que es redonda, para terminar en la entrada principal y hacernos la foto de rigor.
Fin de las visitas, así que bajamos al centro para darnos un paseo, como si no hubiéramos caminado ya bastante, y les concedimos un par de horas de asueto mientras nosotros gestionábamos temas para el domingo con esas libras que me dejasteis los padres en custodia. A las 18:00 horas ya habían embarcado cada uno en su flamante transporte público de regreso a casa.
Ayer olvidé mencionar que los cuestionarios sobre el Museo de Liverpool mejor respondidos fueron, y por este orden: Bárbara e Ivana en primer lugar, seguidos por Manuel, Félix y Saúl y, a continuación, Natalia y Raquel. No vamos a mencionar los peores para no exponerlos a escarnio público porque ya les bastó la reprimenda en directo por no contestar a ninguna pregunta.
Finalmente, por una parte, en el apartado escatológico, hoy han resultado agraciados Aroa que regresó acompañada de un recuerdo de paloma y Adrián, que durante el partido mediodía, pisó en un regalo de perro que le acompañó obsesivamente toda la tarde. Y por otra, nuestra “saca” va creciendo lenta, eso es bueno porque son puntuales, pero inexorable. Ya tenemos 5,50 libras a las que han contribuido como camello de feria en cabeza Sergio, seguido a una cabeza por Felipe y a varios cuerpos de distancia Diego.
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