viernes, 20 de julio de 2018

20 SPORTS AND SWIMMING

Hoy no ha sido uno de esos días pródigos en historias dignas de contar; por una parte, la lluvia hizo acto de presencia desde el mismo momento en que nos levantamos lo cual no animaba demasiado; por otra, la jornada iba a ser de puertas para adentro pues tocaba cole de mañana, con sus respectivas clases, y cole de tarde con las actividades deportivas correspondientes y su fantástica piscina climatizada.

Para animar el cotarro, durante el descanso de la comida montamos un torneo de ping-pong en el que resultó vencedor Pedro en las dos tandas y subcampeona Eva asimismo en las dos. Ángela se nos fue a jugar al fútbol junto con Iria y Paula M. Estas dos últimas enseguida se “borraron” porque se dieron cuenta de que aquellos italianos se lo estaban tomando demasiado en serio. Eso de poner a dos nacionalidades forofas del deporte rey con un balón de por medio siempre tiene muchas probabilidades de acabar en tragedia. En un principio, los italianos se tomaron a broma que Ángela quisiera jugar, lo cual esta se tomó como un síntoma de machismo por parte de los trasalpinos y les hizo un par de entradas al estilo Goikoechea (los buenos aficionados del Atletic sabéis de quien hablo) en sus buenos tiempos de defensa. 

Tras hora y media de sudar, nos fuimos al agua. En esta ocasión, Pedro hizo el papel de reportero gráfico, puesto que hoy cumplía su último día sin poder mojarse la cabeza debido al golpe que recordaréis se dio con la puerta de la taquilla. En la piscina Iria siguió con sus clases de salto de trampolín y Antía está mejorando sensiblemente, Quique ha perfeccionado ya su técnica y los demás empiezan a hacer ya saltos mortales (por supuesto, sin riesgo alguno). Para hacer el tema más competitivo, hicimos una lucha de caballitos de mar, en la que resultamos vencedores Clara y yo y, muy dignamente, en segundo lugar, Quique y Antía. Luego la cosa ya fue degenerando y Quique se convirtió en montura y yo en su jinete: ahí ya nos volvimos invencibles, como Babieca y el Cid. Entre unas peleas y otras, tuvimos que ponerle un poco de hielo a Antía porque recibió un cabezazo fortuito en el pómulo. Nada de importancia, heridas de guerra.

Así, a las cinco, cuando la lluvia volvió a aparecer, decidimos romper filas y enviar a la tropa a sus barracones correspondientes porque este fin de semana se presenta agotador y debemos estar lo más frescos posible. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario