martes, 17 de julio de 2018

17 RIVERDANCE

Como ayer no habíamos tenido suficiente con el tema de sustos, hoy le ha tocado a Nayara llamar nuestra atención. En definitiva, la buena de la mujer no sé si porque le ha tocado un italiano "guapísimo en clase" o porque otros dos son bastante antisociales, el caso es que se nos mareó y tuvimos que sacarla de clase a tomar el aire. En esas que nos llama Kike y nos lo encontramos con la paciente acostada en su regazo como una "Piedad" y con Paul Kenny, uno de los responsables del cole, haciendo las veces de ángel redentor y Caroline, una monitora, trayendo las provisiones. 
El caso es que Nayara cuando desayuna muy poco tiene un bajón de glucosa que hace pierda casi la consciencia y dado que esta mañana no tuvo oportunidad de comer lo suficiente por las prisas, pasó lo que tenía que suceder. La solución fue fácil: unas galletas, un sándwich y unas patatas, acompañado todo ello de un jarabe denominado "Coca-Cola", que por sus altas dosis de azúcar y cafeína levanta el ánimo a cualquiera. Por otra parte, Pedro ya ni se acuerda del testarazo de ayer, menos cuando se va a rascar la cabeza.

Tras la comida nos fuimos todos al centro para estar con tiempo para la tan esperada función de las 15.30h. El salir temprano nos dio tiempo para tomarnos un cafecito y escuchar a los músicos callejeros de Grafton Street antes de afrontar el maravilloso espectáculo que nos esperaba. La obra hace un recorrido por la historia de la Isla Esmeralda desde los primeros pobladores, el ensalzamiento del poder del hombre y luego el de la mujer, las fuerzas de la naturaleza,  pasando por las invasiones vikingas y finalmente la emigración en masa a América en busca de un sueño, donde se encontraron con otras culturas y se fundieron absorbiendo lo que cada una podía ofrecer. 
Todo esto contado a través de la música y la danza irlandesa, esa en la que taconean "altos y tiesos",como decía la canción, de una forma que hizo que el público se pusiese en pie coreando los ritmos con sus palmas. Una historia grandiosa que termina con algo así como "a todos nos ilumina la misma luna, en todas partes los ríos confluyen en el mar y todos los corazones regresan siempre al lugar al que pertenecen", refiriéndose a las nuevas generaciones de Irlandeses nacidos al otra lado del Atlántico.

Con la emoción aún desbordada, no dimos un paseo para digerir tanta música y rememorar cada escena y luego decidimos que hoy era un buen día para que Iria probase la comida china; así que nos fuimos a un buffet de esos que por 9€ puedes comer hasta saciarte y allí pasamos los 45 minutos siguientes alimentándonos y ayudando a Nayara a que luchase contra sus posibles bajones de glucosa. Hartos a rebosar y antes de que Eva se desabrochase el botón del pantalón que amenazaba con saltar con velocidad de proyectil, nos alejamos del Dragon Buffet caminando tranquilamente a nuestro bus 46A, que nos deposita a escasos metros de nuestras casas.




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