sábado, 21 de julio de 2018

21 GALWAY & ATHLONE CASTLE O UN CUENTO CHINO

Esta mañana a primera hora ya estábamos todos dispuestos para coger nuestro autobús con destino a Galway. Estábamos todos más que ansiosos por saber si es verdad que las chicas de Galway son tan guapas como dice Ed Sheeran y lo cierto es que no encontramos respuesta a nuestras preguntas. No tanto porque no buscásemos (con cierto afán algunos), sino porque el tiempo tan limitado que tuvimos en Galway nos lo impidió.

Galway es una ciudad de unos 80 mil habitantes que se encuentra al otro lado de la Isla Esmeralda (Emerald Island, nombre familiar que recibe Irlanda). Por lo tanto, para llegar a esta ciudad hay que cruzar todo el país, lo cual nos llevó unas tres horas (aunque originalmente deberían haber sido dos horas y media). Este lugar es famoso por diferentes razones, la primera relacionada con España y la Armada Invencible, en la que nuestro país perdió 37 barcos y unos seis mil hombres fallecieron en la contienda. En consecuencia, hay un cementerio famoso donde hallan enterrados muchos españoles. Mucha gente piensa que los oriundos de Galway no tienen "aspecto irlandés" porque muchos soldados heridos españoles se quedaron en la isla y se entremezclaron con las personas autóctonas. Pero esto no es del todo cierto, ya que la razón más probable es que esta ciudad tenía un gran volumen de comercio con España y Francia, tanto que incluso uno de los monumentos famosos es el Spanish Arch, o Arco Español. Quizá sea gracias a esta mezcla hispánica que las chicas de Galway son tan guapas.

Otra de las grandes proezas del lugar es que tiene la honra de haber sido la primera ciudad de Europa en gozar de electricidad, mucho antes que otras famosas como Londres o París. Esto pudo lograrse gracias al río Corrib, que atraviesa la ciudad, y en el que se instalaron las turbinas generadoras.

Y ahora os preguntaréis, ¿a qué viene eso del cuento chino si estamos en Irlanda?

Pues empecemos por el principio. En nuestro bus viajábamos dieciséis españoles, varios italianos y rusos y UN CHINO. Era solo uno, pero valía por toda China junta. Su nivel de inglés se puede comprobar en este diálogo (basado en hechos reales):
- How old are you? (¿Cuántos años tienes?)
- Thank you. (Gracias.)
En definitiva, nuestros guías (dos amables y encantadores señores jubilados) nos dieron una hora para perdernos entre el gentío y ver  el centro de Galway. Pero el chino se lo tomó de forma demasiado literal y se perdió de verdad (conste que ese centro es una calle peatonal recta de unos 300 metros, no más larga que la calle del Paseo de Ourense). Llegada la hora del reencuentro, hete aquí que nos falta uno: el chino no aparece. Nadie conoce al chino, nadie tiene el teléfono del chino.... y el pobre tiene poca capacidad de orientación. Así que nos desplegamos en pelotones a buscarlo por el parque, por el festival y calle abajo. Pero el chino seguía sin aparecer. Llamamos al colegio, que se pusieron en contacto con él a través de un intérprete, pero este no sabía decir dónde estaba. Finalmente, decidimos irnos al autocar (que estaba aparcado en otra calle) a ver si estaba allí y ¡sorpresa! De repente apareció el chino 45 minutos más tarde en el lugar indicados. 
Arrancamos todos hacia el autocar y el chino, bajo la atenta supervisión de Quique, seguía al grupo. Apuradísimos íbamos, porque no llegábamos a la siguiente visita, cuando pasamos por delante del McDonald's y a nuestro prota se le ocurre la maravillosa idea de preguntar si puede entrar a coger algo de comer (lenguaje de signos). Dicho esto, la colleja que recibió por parte de Quique le disuadió de tal empeño. Por favor, que nadie crea que desde aquí estamos a favor de la violencia... pero a veces una colleja de esas caídas del cielo, como que ayuda un poco a entender mejor las directrices.  Todo ello acompañado de la directa expresión: "¡No! ¡Go!" Creo que al ver la cara de Quique y su dedo señalando el camino, el muchacho lo entendió a la primera.

Ya en el bus, nos dirigimos a Athlone, una preciosa ciudad cruzada por el río Shannon, el más largo de Irlanda (322 km). Allí nuestro plan era visitar el castillo y a ello fuimos, al final con solo 15 min de retraso. Una vez dentro de la fortaleza, que data del siglo XII, nos dividieron en dos grupos, uno para ver el exterior y otro el interior, y viceversa. 
Desde lo alto de sus muros sobre el río se divisa toda la ciudad y contiene una serie de exposiciones sobre la vida de los habitantes de la ciudad, sus batallas, las dificultades de supervivencia y demás anécdotas históricas. Aunque creo que lo más divertido para todos ellos fue poder disfrazarse con trajes de época y hacerse un montón de fotos (como siempre).

Antes de darnos cuenta estábamos ya de regreso a Dublín y listos para descansar una noche más. Mañana os contaremos nuestras nuevas historias domingueras. ¡Esperamos que os haya gustado nuestro cuento chino!

¡¡Good night!!




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