Al abrir los ojos esta mañana, un sol resplandeciente nos
alegró la vista. Por eso al reencontrarnos en el cole todos estaban que
desbordaban alegría mientras contaban las peripecias de su primera noche por
estas tierras: ya sabemos que Pedro sigue sin móvil, que Antía no tenía datos
(aunque ya lo hemos solucionado), que Nayara tiene que acostumbrarse al acento
de su "nueva madre", que Paula e Iria están felices con su family...
En estas estábamos cuando nos dijeron que fuésemos al bus Z,
imaginaos cuantos alumnos hay aquí. Por cierto, creo que hay que tener un
sueldo de la NASA para poder permitirse un hijo en estas aulas. No está al
alcance de cualquier humano y... por cierto, sólo chicos; no se admiten chicas.
Tras esperar 40 minutos por unos alumnos, nos fuimos sin
ellos y 50 minutos más tarde estábamos en Glendalough. Esta es una zona
monástica fundada por St. Kevin en el siglo VI y que alcanzó su máximo
esplendor entre los siglos X y XII. Tras multitud de ataques, especialmente de
vikingos, el lugar fue abandonado y ahora quedan la torre, el cementerio, la
capilla y la iglesia. Lo que no pudieron destrozar fue el entorno y las
montañas que rodean a los dos lagos que yacen al pie del valle, al que
suministran de agua pequeños ríos y regatos que nos aventuramos a cruzar y
reírnos si alguno se daba un chapuzón, que nunca iba a ser más que mojar un
tobillo, pues esa es su profundidad en este momento. Por cierto, la tradicional
verde Irlanda es a día de hoy casi del color de la Castilla de Machado. Va a
ser que el cambio climático existía, aunque el primo de Rajoy lo dudase en su
momento.
En definitiva, caminata siguiendo los senderos, unos 4 Km,
por los alrededores del Upper Lake, con algún que otro tropiezo como el de Eva
que decidió bajar las escaleras sobre sus posaderas o Pedro "Nuroyev"
que bailando de piedra en piedra acabó aterrizando sobre el camino sin más
trascendencia. Creo que debió influir que le flaqueasen las fuerzas tras su
mareo en el bus.
Entre risas y bromas llegamos al entorno monástico y
abrazamos la cruz de la buena suerte y los deseos, que como en todo lugar
turístico siempre hay algo de este tipo, y nos fuimos a comer antes de regresar
a nuestro bus. Casualidades de la vida, casi todos empezaron por el postre:
unos deliciosos helados que despachaban en un puesto callejero y luego unas
patatitas calentitas y, si aún quedaba algo de hambre, el sandwich de la
"family", que algunos generosamente repartieron.
Desde allí nos fuimos todos a Wicklow, una ciudad que es
famosa por su cárcel, algo parecido a lo que le pasa a Alcalá Meco, aunque esta
hace años que dejó de funcionar como tal y sus "clientes" eran gente
pobre o insurrectos contra las tropas de ocupación inglesas.
Aquí paseamos por
todas las celdas oyendo las diferentes historias relacionadas con sus internos
y nos transportamos a unos tiempos en que los castigos físicos eran la única
manera de reeducar a los presos. Alguno, de hecho, quedó encerrado en una celda
unos 10 minutos para alegría de los demás, especialmente de Nayara y Paula V.,
porque así Kike las dejó de asustar durante un cuarto de hora.
Como en todo buen punto turístico que se precie acabamos el
tour pasando por la tienda de recuerdos, donde las dependientas me felicitaron
por el buen comportamiento de los chicos, cosa que siempre te enorgullece, y le
ofrecieron a Kike trabajo como colaborador, especialista en sustos, pero al no
alcanzar la edad se conformó con un diploma donde le reconoce sus méritos.
Al terminar la visita nos dimos un paseo por este florido
pueblo lleno de encanto y nos relajamos una horita antes de regresar al majestuoso
cole, donde nos dejamos ir haciendo fotos o sentándonos frente al mar antes de
regresar cada uno a su madriguera.
Mañana: día libre; ; así que hemos quedado en el colegio para reunirnos e irnos de paseo por el centro de Dublín "a ver si encontramos alguna tienda abierta, Álvaro"... ¡¡¡Buff, ¿yaaa? ¡¡No me lo puedo creer!!
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