Esta mañana el cielo amenazaba lluvia, el pronóstico había anunciado tormentas y nosotros habíamos llegado preparados para un inmersión total en la playa pasara lo que pasara. Las quemaduras de la espalda, hombros, cuello y escotes están ya olvidadas y el único deseo que rondaba los corazones era volver a jugar al AEIOU, al fútbol americano o a lo que se tercie mecidos por las olas del Caribe, pero no iba a ser posible: la escuela, muy protectores ellos, cambiaron los planes cinco minutos antes de la salida de los autobuses, de manera que nuestros gozos se hundieron en el pozo de la decepción; definitivamente las opciones de lluvia superaban el 50% en la zona y no veían viable ir a un lugar del que tendríamos que salir “por piernas” al cabo de un rato. Lo comprendimos y aprovechamos para sacar provecho a la desgracia; nuestro nuevo destino era Boca Ratón y su centro comercial: allí estaríamos resguardados mientras mariposeábamos de tienda en tienda “felices como lombrices”.
Así que allá nos fuimos con una conductora muy salada que llevaba el ritmo caribeño a flor de piel y en 30 minutos nos depositó a la entrada del centro Comercial. Todos en chanclas y bañador, algunos objetando no haber sido avisados con antelación para poderse aprovisionar de dólares para la aventura de hoy, pero contentos de hacer algo que a todos les entusiasma.
Les dimos tres horas y, a pesar de que algunos no habían traído dinero suficiente o la tarjeta, regresaron a las 17.00 horas puntuales pero cargados como “Reyes Magos” de regalos: para la familia algunos, pero la mayoría para ellos mismos, que para eso han cruzado el Atlántico y “están aquí sufriendo”. Por supuesto las tiendas de más éxito han sido Hollister y Abercrombie & Fitch, cuyas bolsas lucían una gran mayoría por pares. La reina de las compras ha sido Ana Ramada, con más de tres cuerpos de diferencia, sobre María o Carlos, que hasta el presente siempre llevaban la vitola de ganadores. Con todas nuestras bolsas encima regresamos con nuestra “marchosa piloto” de vuelta al cole mientras la tormenta seguía amenazando. Las malas lenguas aseguran que no ha llovido en toda la tarde, pero…
Mañana nos levantamos a las 5.45 para irnos a la NASA. ¿¿Quién dice que estos chavales no sufren los suyo, mientras sus compañeros de clase en España duermen a pierna suelta??
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