miércoles, 20 de julio de 2016

19 GOLFING IN SEYMOUR CREEK GOLF CENTRE

¡Hoy nos ha tocado mejorar el swing! Pero no aquel al que se referían los Dire Straits cuando se consideraban The Sultans of Swing. HOy hemos tenido una experiencia nueva para muchos que es el golf.

Imagino que para la mayoría de los mortales que os atrevéis a leer estos ociosos comentarios cada día, esto os resulte, cuando menos, poco significativo, pero es que para la mayoría aquello de los palos, maderas, etc sonaba a chino... bueno a chino tampoco, porque los chinos que nos acompañaron tampoco es que fuesen unos lumbreras en el tema.

El tema es que al principio nos tocó "calentar" en el mini-golf donde Ana R. ya empezó a despuntar y ahí vimos la diferencia de haberlo practicado hace unos años y no: su elegancia y estilazo al coger el palo no se parecía en nada a la desgarbada y tosca manera que teníamos los demás de sujetar aquel artefacto que parecía una azada en nuestras manos. Solo hay que observar las fotos con detenimientos para darse cuenta que Severiano no dejó su impronta en Ourense. Con todo y tras 18 hoyos Ana nos superó con arrogante solvencia y a continuación, y a mucha distancia, Jacobo. A lo largo del proceso de aprendizaje en el arte del mini-golf se les puso nombre a distintas jugadas: un Álvaro, significa necesitar 9 golpes para completar un hoyo de 2; un Luz, en recurrir a 11; en fin, ya os podéis imaginar lo que nos reímos al intentar pasar los charcos, o meterla por los huecos de los troncos, o simplemente embocarla en el hoyo.

Tras tanto despropósito nos tocó cambiar de prueba. En esta ocasión nos fuimos a practicar el swing. Con nuestra cestas llenas de bolas, nos subimos al primer piso de un graderío y desde allí intentábamos golpear la bola lo más lejos posible. A lo lejos había distintas bandera, algún coche más que abollado, rampas, etc. de manera que cada uno elegía un objetivo e intentaba dar en el blanco. Aquí fue cuando definitivamente recurrimos a Ana y nos dio unas pautas elementales de coger el palo, colocar las piernas y la espalda y el gesto para golpear evitando lesiones. Allá empezamos a "sachar" más que a golpear y con los minutos el desaliento iba haciendo mella en los, en un principio, entusiastas golfistas.

A la vista del fracaso, algunas se dedicaron a los malabares con las bolas, otros a tomarse un refresco y algunos a jugar con cualquier cosa. Como el bus no acababa de llegar, Sahar, la profe, decidió entretenerlos con un juego y pasaron un rato divertido.

Al regreso nos desperdigamos con diferentes objetivos: unos a Metrotown a buscar bañados para mañana, otros a pasear por el centro y otros a jugar al baloncesto. 

Se nos están yendo los días y no nos damos ni cuenta.

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