jueves, 7 de julio de 2016

06 BUS TOUR



La mañana se presentó un poco más fría de lo esperado y esto amenazaba lluvia con una brisa incómoda que no presagiaba nada bueno, pero todo eran falsas impresiones.

Al llegar al colegio ya tenía a algunos de ellos sentados en un aula de reunión que nos habían asignado contando sus “batallitas” de la noche anterior y lo bien que estaba su casa y lo mucho que habían dormido. Ahora se presenta Kathleen y nos trae una bandeja llena de zumos y “cookies” para que el mal trago del examen inicial se les haga más llevadero.

“Estamos todos”, pregunta, “Nooooo”, respondemos. Resulta que Alejandra y Ana se habían quedado fuera en la puerta esperando y cuando salgo con el teléfono en mano, allí me las encuentro, comidas por los nervios. ¡Pobre Ana! ¡¡Cuántas multas va a pagar compartiendo casa Alejandra!!

En fin, vamos al examen y contestamos a un cuestionario y luego hacemos una entrevista individual con un profe que nos hace preguntas o que nos entrega unas fotos para describir. Entretanto, voy gestionando algunos flecos que nos quedaban pendientes: hacernos con una tarjeta de teléfono canadiense para contactar con las familias cuando sea necesario, conocer a los responsables del centro y, especialmente, a los encargados de familias, aulas y actividades. Al cabo de una hora ya estaban todos catalogados y registrados en diferentes aulas.

Pues, hala, un break. La escuela dispone de futbolines, billares, mesa de ping-pong o café gratis para todos, siempre y cuando tú dispongas de tu taza. Además hay tres salas de ordenadores y, lo más importante: dentro del edificio solo se habla inglés. Incluso si alguien necesita hablar en otro idioma por teléfono debe irse a las escaleras de emergencia.
Tras el descanso cada uno fue al aula asignada y luego a comer lo que cada familia nos había dado. Unos, como los de Alejandra y Ana, generosos y disponían de un tupper bien completito de cuchillo y tenedor y, otros, desgraciaditos de nosotros, un sándwich y poco más; pero bueno, que no hemos venido aquí a engordar y eso mi familia parece que lo tiene muy presente.
A eso de las 13.00 el bus escolar típico americano nos está esperando para darnos un paseo por la ciudad. Y allá que nos vamos hacia Chinatown, Gastown, Stanley Park, Kitsilano Beach… y todas las partes más llamativas de la ciudad. ¡¡Ahh!! ¡¡Se me olvidaba!! Al subir al autobús nos mandaron colocarnos de uno en uno de forma que a nuestro lado se sentase una persona de otra nacionalidad: húngaros, suizos, brasileños, taiwaneses, etc. Muy bien porque entablaron conversaciones en inglés y al que le tocó la guapa al lado, entiéndase Daniel, estaba más feliz que una perdiz.

En las distintas paradas, lo que más nos llamó la atención fue que las están pobladas de troncos en paralelo al mar que la gente utiliza con asiento, tumbona o como refugio del viento. Así que al parecer cada año los recolocan porque se los lleva o los devuelve  el mar con cada tempestad. Por otra parte, descubrimos que una gran parte de robles milenarios que poblaban Stanley Park fueron destruidos por un vendaval que derribó un buen número de ellos.

Al regreso nos aseguramos de conocer bien las diferentes rutas a seguir y, con nuestros buspasses sin estrenar en el bolsillo, nos acompañamos mutuamente a las distintas paradas hasta que cada “bichillo” se fue a su madriguera.
Por cierto, tengo que comentarlo porque lo echaron de menos ayer: “Alvaro, ¡¡no dijiste nada de la maleta de Antía!!” Es cierto, Rosa, esta niña no puede con este equipaje, en el tren no hay quien la suba al portaequipajes, creo hasta un estibador del aeropuerto infartó cuando la vio. ¡¡Algunos pensamos que es de esas que al abrirlas se monta automáticamente una tienda de campaña de cuatro plazas con electrodomésticos!!

1 comentario:

  1. Es la del año pasado. Lo siento "mea culpa" pero tenía miedo q solo le lavasen la ropa una vez, como pasó el año pasado y metimos d mas. Un abrazo. Que descanses. Gracias por contarnos todo cada día.

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