viernes, 14 de julio de 2017

14 ARTHUR'S SEAT

La mañana comenzó muy cuesta arriba pero la buena forma de nuestros atletas nunca quedó en entredicho. Las monitoras nos lo habían pintado muy difícil pero no contaban con la perseverancia de nuestra tropa. Los italianos se vinieron arriba y arrancaron al sprint pero obviando el largo recorrido que les esperaba, de modo que pronto empezaron a flaquear y el equipo español con un ritmo constante, tipo diésel, fueron tomando la delantera a los turbos quemados del equipo transalpino.

La subida hasta Arthur's Seat, unos dicen que la cuna de Camelot regentado por Arturo otros que procede del gaélico, es un recorrido de unos 1500 metros con rampas más escarpadas que el Angliru o el monte del Ézaro con nun recorrido pedregoso y por momentos embarrado o resbaladizo, a pesar del soleado día. Y eso que solo está a unos 251 m de altitud.

De manera que en la base de la cima hicimos una breve pausa para reagrupar al pelotón. A Quique le afectaron los abanicos producidos por el viento de poniente y eso le relegó al final del grupo pero en ningún momento mermó su ilusión por llegar a la cima.

Entretanto, alguno que desconoce las leyes de la física (Miguel) tuvo la flamante idea de escupir contra el viento. Excuso decir cuales fueron las consecuencias que se reflejaron en su pelo y cara mientras los demás difícilmente pudieron aguantar la risa.

Segunda etapa: escalada en roca. Pablo, Gonzalo, Aida y Miguel, este último rabioso y humillado por la experiencia previa, decidieron hacerlo a la carrera demostrando a los italianos como se dosifican las fuerzas. A la vista de ello, los bambini decidieron salir tras ellos pero ni unos ni otros lograron el objetivo. En la cima se encuentra un mojón que indica la altitud y donde explica las distintas vistas y distancias de cada monumento o accidente geográfico que hay alrededor.

La vista desde la cima es espectacular por lo que nos tomamos unos minutos para descansar y reponer fuerzas y, al mismo tiempo, sacarnos fotos para todas las redes sociales en las que vivimos inmersos hoy en día. A la bajada, comom es tradición, se hacen letras con unas piedras que se encuentran en la base al otro lado del pico y allí nos reimos un buen rato entre bromas y ocurrencias, mientras lo italianos esperaban con las monitoras.

Continuamos bajando y al llegar a Hollyrood Palace, lugar que visitaremos en el futuro, nos concedimos como premio un buen y merecido helado mientras esperábamos el bus de vuelta a la escuela y a nuestro sandwich de jamón y queso (en lonchas, pobre Gonzalo).

Hoy ya nos han asignado las familias definitivas así que el domingo la mayoría será reubicado para el resto de la estancia.


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